Cuentos del Parque del
Este
Escritos e ilustrados en Acuarela
por la Artista Visual
Eglee Manzo
Mencion de Honor
en la III Bienal de Literatura Infantil
de la Contraloria General de la Nacion (COFAE), Caracas 2007
en la III Bienal de Literatura Infantil
de la Contraloria General de la Nacion (COFAE), Caracas 2007
Había una vez un precioso parque situado en el Este de
una hermosa ciudad, que estaba cubierta de vegetación por todas partes. En este parque no había castillos ni
príncipes ni princesas, pero… estaba
habitado por numerosos animales, miles de árboles y otras plantas. También tiene lagos, lagunas, lanchitas,
bancos para sentarse, plazas, esculturas, cafetines, ventas de globos…
Te estoy hablando del PARQUE DEL ESTE, por supuesto, que está situado en
la Avenida Francisco de Miranda, aquí en Caracas. Los que tenemos la costumbre de estar allí
cuando el parque se despierta, al salir el sol, ahh! Tenemos la suerte de presenciar un mundo
maravilloso! Adornado por pájaros
multicolores, ardillitas saltarinas, inquietos loros, patos con personalidad
propia, alegres mariposas y peces bailarines que nadan en las plácidas aguas de
sus laguitos…
El parque también tiene mucha, pero muchísima gente
que lo recorremos todos los días. Que
vamos allá a pasear, a ver los animales, a hacer ejercicio, a jugar básquet, fútbol, o béisbol. Abuelitos, abuelitas, mamás y papás; bebés que van de lo
más cómodos en sus cochecitos, con su chupón y todo; niños, niñas, corredores y
caminantes con audífonos o conversando o cantando. Mientras tanto, vamos viendo el bello paisaje
que ofrece nuestro parque. Con su grama, flores, árboles, grandes piedras,
pequeñas colinas y la constante compañía de la montaña de El Ávila, que es otro
bello Parque Nacional Mirandino.
A estas tempranas horas
del amanecer, como te decía anteriormente, hace un fresco sabrosísimo y hay un
poco de neblina, entonces poco a poco va saliendo el sol y la mañana se
entibia… mientras nos ponemos los lentes
de sol, respiramos profundamente el intenso verdor de la grama, que hace que el
alma se nos llene de follaje…
Y es todo esto lo que nos
motiva para encontrar cuentos dentro de este espectacular parque y contártelos
a ti. Que los disfrutes!
EL BANCO MAGICO
En un rincón del Parque, cerca de unos
árboles, hay un banco mágico. Síii, un
banco mágico! ¿Quieres saber cómo
es? Bueno, es de madera, alargado y
verde. Desafortunadamente, no es fácil
encontrarlo, ya que es igual a todos los demás cientos de bancos del parque,
así que nadie sabe exactamente cuál es, todo lo que se sabe es que tiene un
poder especial: Resuelve problemas. ¿Qué son problemas? Son preocupaciones que uno tiene, todos los
seres humanos las tenemos, sin importar raza, estatura o edad.
Uno tiene que sentarse en el banco mágico
por una hora, que es el tiempo que él necesita para buscar la solución al
problema que uno quiera resolver. Pero
el banco mágico pone otras condiciones más:
uno debe respirar profundamente, debe sonreír todo el tiempo, debe
pensar por 5 minutos en un solo problema, cerrando los ojos... después que uno
ha “visto” el problema en la mente, uno tiene que abrir los ojos y, mientras
respira profundo, mirar el cielo, las nubes, los árboles, la grama, los
pájaros, la gente... durante 1 hora, mientras uno piensa en los ratos felices
que ha vivido, en las personas que quiere, los animales que quiere también, las
cosas ricas que nos gusta comer; los lugares a donde nos encanta ir: la playa,
la casa de los abuelitos, de los tíos, de nuestros amiguitos, el cine, el
parque... Al cabo de una hora de estar
pensando, recordando, respirando y sonriendo, la solución del problema llegará
como por arte de magia! Y uno se podrá
parar del banco para irse, no sin antes darle las gracias al banco mágico por
habernos prestado su ayuda.
Amiguito, te invito a que visites nuestro
maravilloso Parque del Este y que te sientes, con toda tu familia, en cualquier
banco del parque y practiques tu solución de problemas. Quién sabe, a lo mejor es la “magia” la que
se mueve de banco en banco, y uno tenga la suerte de que ella venga a nosotros
al sentarnos en cualquiera de ellos... vale la pena probar, no te parece?
LA MONTAÑA EL AVILA
La montaña El Avila
es la mamá de Caracas, es una señora bellísima, y muy alta. Tiene un vestido que cambia de colores, según
la posición del sol y el paso de las nubes... Es verde claro, verde esperanza,
verde oscuro, violeta, azul cielo, azul marino, rosado, otra vez verde, otra
vez violeta, otra vez azul... la verdad es que ella se divierte con el cambio
de colores de su ropa.
Cuando llega la
noche, Avila se pone un traje de terciopelo negro, ribeteado de diamantes. Y por encima de ella la adornan las
estrellas...
La señora Avila tiene
varios amigos que quiere mucho. Por el
norte tiene al mar Caribe, en el que se mojan sus faldas... Y por donde ve
llegar los barcos y aviones. Por arriba
de ella tiene el cielo, que le da oxígeno para respirar, y un poquito más abajo
del cielo están las nubes, esas grandes amigas que juegan con ella todo el
día... pasan rozándola suavemente en su cresta, a veces, se le ponen de “chal”,
alrededor; en ocasiones, por fastidiarla, la nublan toda para que no vea ni la
vean tampoco. Ellas son sus mejores
amigas, las llama “las viajeras”, no ve que ellas siempre vienen de otros
lugares del interior de Venezuela, y de otros países también? Le cuentan de todo!
Avila está todo el tiempo cuidando a su hijita Caracas, y por eso no puede ir, como las nubes, a
cualquier parte. También tiene a todos
nosotros, caraqueños y no caraqueños, que la admiramos y la queremos; y a un
montón de artistas, verdaderamente enamorados de ella, que la representan con
frecuencia en sus obras.
En todos los
edificios de la ciudad podemos ver retratos de nuestra montaña de El Avila, ya
que ella se refleja en todas las ventanas...
Si queremos ver cómo luce al revés, no tenemos sino que mirar los lagos
y lagunas del Parque del Este, allí encontraremos la perfecta imagen inversa de
nuestra querida Avila. ¿Verdad que es
linda?
¿Nunca has subido al
Avila? Bueno, eso sí es cheverísimo,
porque vista de cerca, la montaña adquiere un encanto especial, es como si uno
entrara en un Nacimiento (de Navidad) gigante!
Cuando nos acercamos, nos damos cuenta de que Avila está conformada por
muchos árboles de distintos colores y tamaños, y también descubrimos que esos
colores rosados y rojizos que se ven en algunas partes de la montaña, se deben
a una hermosa espiga que se llama “Capínmelao”.
En el Avila viven
muchas especies de animales, y debemos cuidarlos porque ellos viven allí, esa
es su casa y nosotros estamos de visita, así que no tenemos derecho a
molestarlos, especialmente no debemos gritar ni perseguirlos, ni mucho menos,
tirarles piedras! Los cachicamos son
bellos! Parecen un gran ratón con
armadura... También hay rabipelaos y
culebras (venenosas y no venenosas. De las primeras, debemos tener
precaución).
También encontraremos
unos pájaros bellísimos llamados “Querre-querre”, que son verde, azul,
amarillo, rojo y blanco, y si uno les ofrece pedacitos de pan, ellos vendrán
muy alegres a comérselos, siempre que haya silencio y no nos movamos
bruscamente, porque se asustan!
Así mismo, podemos
ver loros, guacharacas, mariposas de distintos colores, coquitos, y muchas
cosas más.
En cuanto a las
especies de plantas... Bueno! Hay
millones! Desde las más diminutas hasta
inmensas! Los árboles que tienen flores,
se distinguen entre los demás, parecen bouquets esparcidos en el verdor de los
cerros... amarillos (Araguaney),
rosados, morados (Apamate), rojos (Gallito), anaranjados (Ceiba)...
Lo más sabroso que
tiene El Avila son sus cascadas...mmm!
Esa agua es exquisita! Y su
sonido al caer por las piedras adornadas con helechos, musgo, hongos y flores,
es... musical! Después de caer, el agua
forma unos pozos (sabrosos para bañarse en ellos), y luego sigue su camino,
convirtiéndose en pequeños ríos. En toda
la orilla del trayecto de los ríos crecen árboles altísimos y, si nos fijamos
bien, o llevamos unos binoculares, podremos distinguir espectaculares orquídeas
adornando las copas de estos árboles.
El
Avila tiene una pequeña corona de vidrio que se llama Humboldt, en honor al
gran explorador ALEJANDRO DE HUMBOLDT, si subes hasta allí, tendrás la dicha de
ver el mar desde los jardines de Galipán.
Y hablando del mar, El Avila es una presencia que sentimos los
caraqueños de manera permanente, ya que, si vamos al litoral, ella está también
allí, desde donde nos parece más alta aún!
Recubierta por miles de cactus de tonos azules...
EL
PATO DALMATA
En
el lago de las Nenúfares vive un pato muy
blanco, manchado de negro intenso, que nada plácidamente a sus anchas...
su nombre es Moteado y la verdad es que parece un dálmata en versión pato! Al salir el sol emprende su paseo
matutino. En el agua anda solo, pero indudablemente
se ve muy feliz... se pasea lentamente, como propulsado por un motorcito de
juguete... observa los lirios de agua, mira el cielo, ve las aves volando,
volando, por allá arriba... contempla los centenares de caminantes que pasan
por el borde del lago cada mañana, algunos de ellos lo saludan y siguen su
camino, otros, simplemente lo admiramos y sonreímos.
Mientras
tanto, en el cielo, se ve un ave que sobrevuela el lago. Se pasea como el pato, pero en el aire, no en
el agua. Vuela y vuela... dando vueltas
sobre el lago... luego se posa en un árbol, se limpia las plumas, se le queda
mirando a Moteado, y cuando lo ve terminar su paseo por el agua, se le
aproxima.
Al
salir del lago, Moteado se sacude un poco su plumaje, y se encuentra con su
fiel amiga Motitas, quien no es, como pudiera pensarse, una señora pato, sino... una paloma! Que por cierto es también blanca con manchas
negras, la verdad es que son igualiiitos!
Parecieran haber salido de una película en blanco y negro...
contrastando con el intenso verdor del parque.
Moteado
y Motitas continúan su paseo matutino, después de su paseo individual (acuático
el de él, aéreo el de ella), caminan por la suave grama mientras Moteado le
cuenta a Motitas lo que vio desde el lago: las flores, el sol, el cielo, la
gente... también le comenta de los deliciosos insectos, pecesillos y algas que
se comió. Motitas le cuenta a su vez lo
que ella ha visto desde el cielo, que viene a ser básicamente lo mismo: las
flores, el sol, la gente, el agua... pero visto desde arriba, el lago parece un
espejo inmenso en el que Motitas se ve reflejada mientras vuela, entre inmensas
nubes blancas.
Moteado
y Motitas son grandes amigos que pasean, comparten y disfrutan la vida en su
maravilloso hábitat: el Parque del Este, sin importarles sus diferencias.
LA GRAN MATA DE MANGO Y SUS AMIGUITOS
Cerca del Planetario hay una mata de mango enorme, que
es la casa de 6 arrendajos, 2 cristofué, 10 torditos, 4 tortolitas y varias
ardillitas. Todos viven muy felices en
las ramas de este gran árbol, y todos comparten los mangos según su gusto. A los arrendajos les gustan pintones, a los
cristofué y a los torditos les gustan bien maduros. A las tortolitas y las ardillitas no les
importan mucho los mangos, ellas viven allí solo por la frescura que les brinda
las hojas de este árbol, y también por su olor!
Ellas prefieren comer semillitas que buscan en el piso y en otros
árboles (las ardillitas también comen flores, por cierto), luego las traen a
las ramas de la mata y allí, en la fresca sombra, se sientan a comérselas,
mientras conversan.
También
vienen a la mata de mango otros visitantes, como los loros, a los que les
encanta el mango verde!
Todos estos
animalitos contribuyen en la alimentación de otros amiguitos suyos, ya que,
cuando están comiéndose los mangos, se les caen, y así vienen las hormiguitas,
las mariposas y los gusanitos a comer los mismos mangos... y lo que queda de estas frutas, lo aprovecha
la grama, que es la gran alfombra del parque, que se alimenta de todo lo que le
cae encima... y que le sirve de hogar a miles de millones de hormigas, que
viven en ella.
GORRITO
COLORAO GLOTÓN
En la parte norte del parque, cerca de unas grandes
piedras, se la pasa un pajarito “bandera alemana” que se llama Gorrito Colorao. Su deporte favorito es registrar las cestas
de desperdicios para ver si encuentra restos de sanduches, papitas, refrescos o
algo así... menos mal que su mamá no anda muy lejos de él, porque le tiene
prohibido que coma esas cosas.
Gorrito
Colorao no entiende, porque está muy chiquito todavía, pero la verdad es que
los pajaritos no deben comer alimentos muy dulces ni muy salados, porque sus
estomaguitos no fueron hechos para eso.
Ellos deben comer solo frutas, hojas o semillas (sin sal), y tomar sólo
agua... así como los niñitos y niñitas no podemos comer hojas. Porqué?
Pues porque nos dolería el estómago y nos enfermaríamos!
Por
eso la mamá de Gorrito Colorao lo vigila, para que él no coma cosas que no
debe, y por eso no debemos darle comida a los pájaros, si no sabemos
exactamente qué comen ellos, y también debemos tener cuidado cuando botamos los
restos de nuestra comida a la basura, debemos colocarlos dentro de una bolsa y
apretarla fuertemente antes de botarla, para que los pajaritos no puedan
abrirla. Tampoco debemos dejar restos de
refresco en las latas, para que no les quede nada que beber, porque así beberán
solo el agua fresca, que abunda en el parque, y así los pajaritos seguirán
viviendo felices y nos seguirán produciendo alegría de verlos con sus
brillantes colores y alegres trinos.
Esperemos
que Gorrito Colorao aprenda muy pronto qué es lo que debe comer para mantenerse
sano, y deje su manía de buscar “chucherías” en las cestas de basura.
Todos
debemos colaborar con la limpieza de nuestro parque, que es la casa de
muchísimos animales, que son nuestros amigos, y que podrían hacerse daño por
causa de nuestro descuido.
EL DIA QUE EL MONITO MONIN SE ESCAPO
DE
SU CASA
Monín vive con sus hermanos, su papá y su
mamá, en el foso de los monos del parque.
Allí salta y salta todo el día sin parar. Se sube por las rampas, se trepa en los
palos, se mete a su casita por unos segundos, se vuelve a salir, se baja, toma
agua del estanque que rodea las pequeñas islas en donde habita. Corre y brinca, brinca y corre. Persigue a otro monito, juntos brincan un
poco más, se abrazan, se hacen un cariñito y luego se separan otra vez y Monín
sigue saltando y trepándose por todas partes.
Hoy
Monín decidió dar un paseo un poco más lejos de su casa, así que se trepó al
gran árbol que está a un lado de sus islitas.
Subió y subió hasta que llegó a la copa.
Sus papás no lo vieron, porque estaban ocupados con 3 de sus hermanitos
más pequeños, que estaban peleando.
Desde las ramas del
árbol, Monín miró hacia abajo y hacia los lados, para decidir a donde ir... en
eso escuchó: “cristo fue, cristo fue!”
Era un pájaro marrón y amarillo que cantaba esta frase repetidas
veces. No solo eso, sino que del árbol
más próximo le contestaban también: “cristo fue, cristo fue”. El otro pájaro se vino para la rama donde
estaba el primero. Monín les preguntó
porqué decían eso. Ellos contestaron que
esa era su clave para comunicarse. “Ahh!
Ya veo!” Dijo Monín, “podrían por favor decirme qué hay más allá del foso de
los monos, que es mi casa?” “Hay muchas
cosas!” Dijeron los pájaros, “en donde
has estado tu que no has visto lo que hay en el parque? “Pues desde que nací vivo en el foso de los
monos, pero hoy decidí subirme aquí, porque tengo curiosidad, y veo que esto es
mucho más grande de lo que imaginaba!”
“Claro! El parque es muuuy
grande! Cada quien tiene su espacio,
según su especie, porque es bonito conservar el orden. Así, cada uno de los diferentes grupos de
animales que vivimos aquí tiene su lugar perfecto para vivir y hacer todo lo
que más le guste, respetando el espacio de los demás. Por eso, no debemos alejarnos de nuestra
familia, ya que hay peligros por ahí... de todos modos podemos echar un paseíto
por aquí cerca”.
Y así emprendieron su recorrido, Monín
brincaba rapidísimo de rama en rama, mientras que los cristofué hacían lo
mismo.
“Y qué son ‘peligros’” Preguntó Monín. “Bueno, por ejemplo, el otro día yo me
equivoqué, porque me puse a beber agua en un pozo, estaba bien sabrosa por
cierto!... cuando siento un manotón de algo inmenso! Enseguida volé y me pude escapar... pero cuando me
volteé vi al jaguar! Imagínate, qué
susto!” “Y quien es el jaguar?” Preguntó
Monín. “¿No lo sabes?” Es un gran gato que vive en otro foso, cerca
del tuyo, lo que pasa es que a veces se esconde entre las matas, y por eso no
distinguí que esa era su casa y me puse a beber agua allí, qué loco, no?” “Uyyy! Ya sé de quién me hablas, a veces lo
escuchamos rugir bien fuerte!”.
“Mira!”
Dijo uno de los cristofué, “Es Ardita.
Hola Ardita! Cómo estás?” “Muy bien gracias y tú?” “Ardita, él es Monín, un amiguito
nuevo”. “Hola Monín” respondió, era una
ardillita de lo más pispireta, tan inquieta como Monín, color marrón rojizo,
con la cola muy peluda. Monín comenzó a
corretear a Ardita por la grama, a ella le encantó esto, así que empezó a
correr por todas partes, pero de vez en cuando ella se devolvía y lo perseguía
a él. Se subieron y se bajaron de todos
los árboles que encontraron, bebieron agua, jugaron con el regador,
salpicándose el uno al otro. Se rieron
muchísimo.
Cuando estaban bien cansados, les dio
hambre, así que Ardita empezó a comer semillitas que encontraba por ahí... pero
Monín las probó y no le gustaron, entonces se dio cuenta de que por ahí no
habían cambures por ninguna parte, que es su comida favorita, así supo que la
aventura había terminado, porque no estaba dispuesto a pasar hambre! Y así fue como
Monín regresó a su
casa, donde lo esperaban unos suculentos cambures, y sus papás esperaban
también una explicación...
E L
Á R B O L E M B R U J A D O
En la parte Sur Oeste
del Parque, a la orilla de la caminería, hay un árbol muy alto y muy torcido,
tiene varios ojos inmensos que se te quedan viendo cuando pasas… en su tronco
tiene manchas verdes, y hacia arriba es gris.
Luce como seco, no tiene hojas la mayor parte del tiempo, sólo unas
bellas flores blancas en forma de estrella.
Este árbol, como podrás adivinar, es muy particular…
Lo
que pasa es que el árbol está bajo un hechizo que le hizo una bruja que pasó
por ahí un día… (Según dicen, la bruja
le tumbó todas las hojas y sólo le permitió conservar las flores). Por eso se ve como si no estuviera del todo
vivo. A la gente no le gusta mucho, le
tienen un poco de miedo. Pero el árbol
embrujado tiene muy buenos sentimientos, y muy buenos amigos del reino animal,
que lo visitan con frecuencia, sin importarle su aspecto poco común. Sus flores son tan dulces que muchos insectos
las pululan constantemente, saboreando su exquisito néctar. De vez en cuando alguna ardillita se sube
correteando por sus ramas, esto le hace cosquillas al árbol embrujado, así que
ríe y ríe por un buen rato.
Pero hay alguien que
visita al árbol embrujado con más frecuencia (sospecho que están hechos el uno
para el otro, por lo menos son del mismo color), es… Perezosa! Una pereza muy
particular, ya que tiene un aspecto muy distinto a otras compañeras de su misma
especie… A Perezosa le encanta subirse a
la rama más alta, una vez que llega allá, se cuelga boca pa’ bajo de una sola
pata y se queda inmóvil. Si uno va
pasando, lo que ve es un bulto en lo alto del árbol, si nos quedamos viendo
para averiguar qué es, nos parece que es una tiña, o un gran nido… pero cuando vemos a la “tiña” o el “nido”
moverse muy lentamente, sospechamos que no es ninguna de las dos cosas, es… Perezosa, que siente especial predilección
por las puntas de las ramitas secas del árbol embrujado para rascarse la
espalda! Otra cosa que le fascina a
Perezosa es ver el mundo al revés, y eso es precisamente lo que hace cuando
está boca pa’ bajo…
Algún
día volverá a pasar la bruja mala que hechizó a este gran árbol, le quitará el
hechizo y así el árbol embrujado se llamará “el árbol desembrujado” y de sus
ramas brotarán muchas hojas muy verdes; sus grandes y curiosos ojos
desaparecerán y será uno de los árboles más bellos del parque y le encantará a
todos.
TERO,
EL PÁJARO CARPINTERO
Cuando escuches un
sonido fuerte y resonante mientras caminas por el parque, si miras hacia arriba
descubrirás que es Tero, el pájaro carpintero.
Se pasa todo el día abriendo agujeros en los árboles, es incansable!
Parece
mentira que haya gente que, al escucharlo, piense que se trata de algún animal
extraño, ya que creen que el sonido es la voz de un animal, pero no es así, el
sonido proviene de la madera del árbol, que suena así de fuerte cuando Tero la
golpea con su pico, para abrir un hueco, luego se mete dentro, hasta que se
cansa del mismo árbol, entonces se muda para otro y comienza otra vez a
agujerar su madera. Una vez intentó
agujerar un poste de luz, porque le pareció que era un árbol, pero como los
postes de luz son de metal y no de madera, lo que logró fue doblarse el
pico… y bastante que le costó ponérselo
derecho otra vez, sin embargo, así aprendió a distinguir los árboles de los
postes.
Por cierto, debo
decirte que hay árboles que Tero respeta, y uno de ellos es el Taparón. Este hermoso árbol es muy peculiar, tiene
bellas flores por todo el tronco y sus frutos son completamente redondos,
grandes y marrones, que cuelgan desde las ramas y
desde el tronco también. A Tero le
parece que esos frutos son las cabezas del Taparón, así que se asusta y no se
le acerca. Podríamos decir que este
árbol sirve como “Espanta Pájaros Carpinteros”, por lo menos en el caso de
Tero!
Tero trabaja mucho, es verdad, pero
también sabe divertirse, en sus ratos libres vuela por todo el parque, a veces
lo vemos a la orilla del lago de las Nenúfares, donde se encuentra con sus
amigos, que son pájaros de otras especies.
LAS
HORMIGAS DE PIC NIC
Nunca has hecho un
pic nic en la grama del parque? Es
chévere! El único inconveniente es que
tienes que comer un poco rápido, ya que las infaltables “no convidadas” de
siempre aparecerán más temprano que tarde: las hormigas! Ellas son muy organizadas, casi siempre
forman filas y caminan así, llevando sobre su diminuta espalda una miga de
comida, y así es como logran llevar a su casa todo lo que necesitan para su
almuerzo.
Las
hormigas están programadas para comerse absolutamente todo lo que esté encima
de la grama, como migas de frutas, galletitas, tortas, papitas, sánduches,
dulces… Cuando una ve un pedacito de
comida en alguna parte, si es muy grande para ella les avisa a todas las demás
de su familia para que vengan a ayudarla a recogerlo, y entonces lo dividen en
pedacitos más pequeños y se los llevan.
Les encanta todo absolutamente.
También comen hojas, por supuesto!
Por eso es que hay tantas hormigas por todas partes! Porque por todas partes hay hojas!
En época de calor
como que aumentan en número y en velocidad, ya que, a veces me pongo a dibujar
sentada en la grama y en unos minutos empiezo a quitarme hormigas de encima, de
todos los tamaños! Yo creo que lo que
andan es revisándome a ver si tengo algo de comer para ellas. Pero parece que les gusta más la piel de los
niños, porque ahora no me pican.
Recuerdo que cuando estaba chiquita las hormigas me picaban los pies
(creo que era la parte anatómica que llegaba primero al inadvertido hormiguero)
y me dolía mucho! Se me hacían ronchas
que me picaban por un buen rato.
Así que ten cuidado
con las hormiguitas, si todavía estás chiquito…
Sé precavido, revisa bien que no haya un
hormiguero cerca de donde estés sentado.
Siéntate siempre sobre una toalla o cobija de color claro, para que
puedas verlas fácilmente y sacudirlas para que salgan de tu espacio.
RITITA
LA REINITA
El otro día iba yo
corriendo en la grama del parque, cuando vi algo que aleteaba torpemente… al
tiempo que caía! Era color negro, pensé
que era una mariposa, pero cuando me acerqué más, me di cuenta de que era una
Reinita, que había caído de un arbusto.
Déjame decirte que la
Reinita es el pájaro más pequeñito de Venezuela, es más
pequeñito que el Tucusito o Colibrí, ya que este último tiene alas y la cola
alargadas, por eso mide más.
No
te quiero contar el escándalo que había en la casa de la Reinita ! Miré hacia arriba y vi el nido con un gentío
dentro y fuera de él. Estaban el papá y
la mamá de la Reinita
y sus hermanos, y todos gritaban al mismo tiempo. Su hermano: “Mamá, Titita se cayóoo!”, sus
hermanas: “Auxiliooo! Papi, papi, mira!
Ritita se fue!; su papá: “Vuela!
Vuela Ritita! Que tu puedes!”; su mamá: “Hay dios mío Ritita! Cómo se te ocurre volar tan joven? A ver si te matas! No ves que no has
aprendido?”
A
todas éstas, Ritita se quedó inmóvil en la grama, viendo para todas partes y
muy asustada, ya que a esta “gigante” que iba corriendo despreocupada, se le
ocurrió detenerse para observarla, porque no todos los días se tiene una oportunidad de ver de
cerca el primer vuelo de un pichón, así que no iba a desperdiciarla. La observé por un ratico, este pajarito es
casi todo negro, con el pecho gris cuando es un pichoncito, sin embargo, con el
tiempo el pecho se le vuelve de un amarillo brillante bellísimo. Por eso la confundí, al verla, con una
mariposa, porque como era una pichoncita, se veía negra.
Miré
hacia arriba otra vez y me di cuenta de que mi presencia alteraba más a la
familia de Ritita, que ya estaban bien nerviosos y gritando más fuerte
ahora… Así que seguí mi camino, dejando
atrás a esta minúscula “debutante” y su zaperoco familiar…
Igu y Rabito
En
el jardín xerófilo vive mi amiga Igu, una iguana. Se la pasa deslizándose por
los árboles y corriendo por la tierra.
Le gusta subirse a cualquier árbol y desde allí contemplar a los
visitantes del parque. A veces juega con
su mejor amigo, cuando se lo consigue trepado cabeza pa’ bajo en alguna mata,
es Rabito, un rabipelao tremendo! Se la
pasa de lo mejor jugando por ahí… Se
divierte persiguiendo los azulejos que sobrevuelan los cactus. Estos pajaritos a veces se ponen de acuerdo y
se reúnen como 10 de ellos y le revolotean por encima a Rabito. Esto no le gusta mucho, que lo persigan a él…
El
otro día Igu se puso a molestar a Rabito, pinchándolo con unas espinas que le
quitó a un cactus por ahí… Pero Rabito
no es gafo, y entonces agarró unas tunas medio podridas y empezó a lanzárselas a
Igu, quien dijo a correr más rápido que el viento! Pero al ratico volvieron y se
contentaron. Entonces Rabito tuvo una
idea: “Por qué no vamos a comer
jaboticabas?” preguntó a Igu. “Claro!”
respondió ella. “Excelente idea amigo!
Tengo hambre!” Así que se dispusieron a
llegar a la parte Sur del parque, cerca del vivero, donde están los arbustos
que tienen esas frutas tan sabrosas. No las
conoces? Son redondas, negras, del
tamaño de una aceituna negra, precisamente.
Crecen en el tronco y las ramas de la mata y se ven bellísimas, como
bolitas de navidad!
Así
que los dos amigos se fueron hacia la parte Sur del parque pensando lo sabrosas
que estarían las jaboticabas… Cuando en
eso se encontraron con un perro! Y
“paticas pa’ qué te tengo!!!” Cada uno
se subió a un árbol, por separado y el perro no hacía más que ladrar!
“Peeeerrroooo!!!! De dónde salió ese perro? No está prohibido traerlos al parque?” Preguntó Igu.
“Bueno”, gritando, le respondió Rabito, “tú sabes que nunca falta alguno
que se meta por alguna rendija… o que se escabulla por detrás de la
gente”. En eso salió una ardillita
brincando por ahí y el perro se fue a perseguirla! “Fíu! Dijo Igu. Menos mal.
Ya yo me veía despedazado por el perro…!
“No seas bobito. Qué despedazado,
los perros siempre se distraen fácilmente, te aseguro que la ardilla lo pasó
finísimo corriendo jugando a “a que no me alcanzas”. Olvídate de eso y sigamos nuestro camino…
Al
pasar el parquecito infantil, finalmente llegaron a las matas de Jaboticaba,
que por cierto estaban cargaditas de fruta!
Se fajaron como los buenos
a comer una tras otra. Y come y come… Después se tumbaron sobre la grama a
descansar y reposar la comida. Qué
banquete se habían dado!
Acostados
panza arriba sobre la grama Igu se puso pensativa mirando el cielo… “Te fijas,
Rabito, cómo esa nube parece un caimán?”
“Cómo que un caimán” yo estaba pensando que se parece a una nutria”,
respondió Rabito. “Estás tostadísimo por
este sol tropical, chamo, yo veo un caimán clarito!”, ripostó Igu. “Pues te digo que yo veo una nutria”,
contestó Rabito. “Bueno, pues vamos a
preguntarle al primero que pase qué es lo que vé”, propuso Igu. En eso ven que se acerca un loro y le
pregunta: “Hola loro, a qué se te parece
esa nube?” “Cual nube chamo?” Contestó
el loro “Esa que… pero qué se hizo!”
dijo Igu. Resulta que la nube también
quiso vacilarse a estos pequeños amigos y se desvaneció antes de que el loro pudiera
verla.
Bueno,
no se puede negar que Igu y Rabito lo pasan bien y requete bien jugando y
comiendo.